Su padre, Attilio, era poeta. Bernardo estudió en la Universidad de Roma, dónde se ganó una cierta fama como poeta. Se inició en el mundo del cine realizando cortometrajes en 16 mm con su hermano Giuseppe. En 1961 hizo de ayudante de dirección en Accattone, primer largometraje de Pier Paolo Pasolini. Un año después se estrenaba como director con La commare secca.
En 1972 su película Il conformista fue candidata a los Óscar por el mejor guión adaptado. Dos años después él mismo era nominado para el Óscar a la mejor dirección, en esta ocasión para Ultimo tango a Parigi (El último tango en París). Su obra más premiada en los Estados Unidos fue The Last Emperor (El último emperador), que ganó nueve estatuillas en 1988, además de otros premios internacionales.
El trabajo con Pasolini es una influencia que ha marcado toda su obra posterior, junto con la obra de otros directores como Godard, Kurosawa o los neorealistas.
El suyo es un cine de autor. Sus principales características son un esmerado uso de la cámara y del montaje, y el trabajo de la fotografía con finalidades simbólicas.
La mayoría de sus películas transcurren en escenarios aparentemente intrascendentes —grises, si se quiere— para el espectador occidental estándar, con la importante excepción de un grupo de películas ambientadas en lugares más exóticos como en The Last Emperor, The Sheltering Sky (El cielo protector) y Little Buddha (Pequeño Buda).
Pero es destacable el hecho que la contextualización de la acción en escenarios europeos rehuye el recurso a los tópicos. El lugar de la acción parece, pues, un tanto accesorio a su devenir, insistiendo en las importantes excepciones antes mencionadas. Podríamos decir que las narraciones de Bertolucci parten de la cotidianidad para descubrir el surgimiento de la historia.
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